SOY MADRE DE UN ADICTO

LOS EFECTOS NEGATIVOS DE LA ADICCIONES EN LA FAMILIA

De todas las tareas que he tenido que realizar en mi vida o me han encomendado, sin duda la más difícil y arriesgada ha sido la de ser madre y si además eres madre de un adicto… aún mucho más complicado.

efectos negativos-adicciones en familia

Tener un hijo es un regalo, pero lleva añadido una serie de responsabilidades que algunas veces es capaz de agobiar a la madre más experimentada. La primera vez que oí que mi hijo era drogadicto mi mundo se apagó, cualquier luz que me rodeara perdió su brillo delante de mí. Si desde que nació le había dedicado el 90% de mi atención ¿Qué había hecho mal para que esto me sucediera?, a partir de ese día me juré que ayudaría a mi hijo hasta la muerte y que lo sacaría de ahí como otras veces lo había sacado de otras situaciones. Siempre fue un niño especial, hiperactivo y muy cariñoso, que a menudo y en menos que cantaba un gallo se metía en un lío…,pensé que con mi esfuerzo y mi trabajo todo iría cambiando, pero mi historia no se escribió así. Por más ayuda que le proporcionaba y más esfuerzo que ponía… de nada servía, cuanto más quería ayudarle más nos hundíamos los dos en ese oscuro cielo de la droga. Mi experiencia en este campo era nula y mi actitud tenaz y paciente, que en otras cosas me habían dado buenos resultados, no ayudaban en ningún momento a mejorar ni a mi hijo y ni a mí. A veces escondía la cabeza como un avestruz pensando que todo pasaría de un momento a otro y que lo que nos estaba pasando se convertiría en un mal sueño del pasado, pero eso tampoco sucedió.

Vivir con un hijo adicto

Con el tiempo todo se nos fue de las manos, ni mi hijo ni yo controlábamos ya la situación, la desesperación, la impotencia, la rabia y el agotamiento se agolpaban en  mi cabeza impidiéndome pensar con claridad. Dejé de relacionarme con mis amigos y de vivir la vida social que antes me traía tantas satisfacciones, después no quería hablar con mi familia y me embargaba el miedo y el sentimiento de culpa, miedo a que mi hijo saliera, miedo a que volviera, miedo a que me llamaran y me dijeran que lo habían encontrado en la calle mal o muerto… MIEDO A VIVR, veía como lo que más quería en el mundo se estaba matando poco a poco y sin poder hacer nada por remediarlo. Intentamos varios tipos de tratamientos de desintoxicación y rehabilitación (externos e internos), se sucedieron numerosos psiquiatras y sicólogos, ingreso psiquiátrico, lo ingresamos en varios centros de desintoxicación de donde a los pocos días de estar, se marchaba abandonando toda posibilidad de tratamiento…nada daba resultado, cada vez entendía menos a mi hijo y por lo que él estaba pasando, cada vez nos alejábamos más yal igual que mi hijo llegó un día en que empecé a pensar que dejar de vivir también podía ser una solución al problema que había generado la drogodependencia de mi hijo en mi familia. Una serie de hechos causales hicieron que un día llamara al Instituto Galeno, centro especializado en el tratamiento de las adicciones  y pedí una cita con Pepe “el Marismeño” , el director. La primera cita nos impresionó para bien por el diálogo tan directo y sincero que tuvo con mi hijo, nunca olvidaré las palabras que le dijo “vente al centro para dejar de sufrir , te mereces ser feliz”,“ tienes que dejar de trabajar incorporarte uno de nuestros dos centros el de Sevilla o el de tratamientos de adicciones de Málaga”. Y aunque ese día mi hijo no se quedó internado, sin embargo le sirvió para qué días después tomaste la decisión firme de ingresar en el Instituto Galeno, hoy en día puedo decir que ese día  fue el principio de nuestra nueva vida,  el principio del fin de nuestra pesadilla, de nuestro sufrimiento, de nuestra esclavitud… mi hijo y yo llegamos en un estado lamentable pero poco a poco nos fueron ayudando a comprender cuál era nuestra realidad y nos dieron armas para poder afrontar nuestros problemas.

Me explicaron cómo habíamos llegado hasta donde estábamos y que mi hijo tenía una enfermedad con el mismo origen y la misma sintomatología que todos los demás adictos, esto redujo mi gran sentido de culpabilidad, otra cosa que me sirvió de gran ayuda fue que me dijeran que lo único que me pedían era que cuidara de mí misma que ellos ya cuidarían de mi hijo, cuidar de mí era la mejor manera de ayudar a mi hijo (nunca había oído esto). El trato humano paciente, cercano denotaba que eran personas que habían pasado por lo que nosotros estábamos pasando y que de verdad tenían ganas de ayudar, que de verdad le preocupábamos que estaban dispuestos a lo que fuera por conseguir que mi hijo y yo recuperásemos el amor a la vida y la libertad. Casi había perdido la fe, pero el equipo del Instituto Galeno logró arrancar de mí una ilusión por volver a recobrar mi vida y la de mi hijo, desde el primer momento confíe en ellos me puse en sus manos e hice todo lo que me indicaron. El camino no fue fácil pero nunca me sentí sola y poco a poco la cabeza de mi hijo y la mía fueron girando cada vez nos encontramos mejor, nunca habrá dinero suficiente para pagar lo que ellos están haciendo por nosotros, DEVOLVERNOS A LA VIDA, no tiene precio, para todos LOS QUE COMPONEN EL EQUIPO DE GALENO un GRACIAS eterno, tan grande como el universo…

De una madre agradecida

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